Fracasa el tercer intento de alto el fuego entre Rusia y Ucrania tras las exigencias territoriales de Putin a Kiev
Por 20 Minutos / Bolivia Energía Libre-La Paz
La guerra en Ucrania se recrudece en el frente bélico, se encalla en el humanitario y se ensombrece en el diplomático. La tercera reunión entre las partes, celebrada de nuevo en Bielorrusia, terminó sin un acuerdo claro y con acusaciones mutuas de boicot. Y es que el encuentro estaba abocado a no llegar a buen puerto después de que Rusia exigiera a Kiev tres condiciones maximalistas e intransigentes para el alto el fuego: el reconocimiento de Crimea como rusa, el reconocimiento también de la independencia de las regiones del Donbás y la neutralidad del país, o lo que es lo mismo, que no se sume a la OTAN.
Eran reclamos los de Vladimir Putin ya conocidos, pero que ahora se han puesto negro sobre blanco además en un contexto de guerra total. La parte ucraniana ha reconocido «pequeños avances» en lo que se refiere a instalar corredores humanitarios, y en algunos otros detalles. «Han continuado las consultas intensas sobre el bloque político básico de la normativa, junto con el alto el fuego y las garantías de seguridad«, expresó el asesor ucraniano, Mijail Polodiak. Mientras, sus homólogos rusos insistieron en que las expectativas de Moscú «no se han visto satisfechas». No obstante, el Gobierno ruso sí anunció un alto el fuego en las principales ciudades en la mañana de este martes para facilitar los corredores humanitarios. Las consultas, en todo caso, seguirán en los próximos días.
Y es que esos corredores habían fracasado estrepitosamente hasta ahora, boicoteados por Rusia con ataques a las zonas destinadas a ser vías de salida. Además, el Gobierno de Volodímir Zelenski ha acusado al Kremlin de preparar rutas que llevarían a los refugiados tanto a Rusia como a Bielorrusa, es decir, a territorio enemigo para Kiev, por lo que quienes huyen quedarían igualmente expuestos. Ucrania rechazó por lo tanto esos caminos y sigue sin fiarse del esquema que plantea Moscú.
Por el momento, más de 1.700.000 refugiados han salido de Ucrania, según datos de ACNUR. Se espera que esta cifra supere los cuatro millones y la velocidad de este éxodo masivo es ya el más rápido desde la II Guerra Mundial. Polonia ha recibido a más de un millón de refugiados, seguido por Hungría, con 180.000, Eslovaquia, con 128.000, Moldavia con 82.000 y Rumanía con 71.000. A este éxodo se sumaría también el registrado desde las zonas separatistas ucranianas, al este del país, donde muchos civiles ya comenzaron a salir con destino Rusia antes incluso del inicio de la invasión.
El asedio ruso sigue, con misiles y artillería varias ciudades, especialmente en Járkov, la segunda ciudad más grande del país, y en las regiones de Sumy y Odesa, según las autoridades ucranianas. De acuerdo con el Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania, en Járkov, donde desde hace ocho días se producen fuertes enfrentamientos, los nuevos ataques contra zonas residenciales han provocado un gran incendio que se ha propagado por 21 edificios en la parte central de la ciudad. El fuego también habría afectado a una escuela de música, edificios residenciales, dormitorios de estudiantes y un centro médico. Las autoridades confirman la muerte de ocho personas en estos ataques.
En Ojtirka, región de Sumy, la autoridades locales aseguran que una central termoeléctrica fue destruida y los bombardeos rusos se dirigieron también a almacenes con alimentos, materiales de construcción y estacionamientos para camiones de combustible. También en la región de Kiev la situación se agrava. En Irpin los ciudadanos permanecen sin luz, agua y calefacción desde hace más de tres días y no hay suministro de alimentos ni agua. Además, las autoridades de Ucrania acusan a las fuerzas rusas de matar al alcalde de la ciudad de Hostomel, Yuri Prilipko.
En ese intercambio de golpes, el Ejército ucraniano aseguró haber recuperado el aeropuerto de Mikolaiv y dijo que las tropas rusas de la zona «están capturadas». También sumaron otros 13 fallecidos en un ataque contra una panadería cerca de la capital. En total, la ONU ya cifra en más de 400 los civiles muertos y en más de 800 los heridos desde que empezó la ofensiva rusa.
Zelenski en otras duras palabras con Rusia pidió a Occidente imponer más sanciones e incluso prohibir las importaciones de petróleo, pues Moscú recurre de forma sistemática al crudo europeo. «Si no quieren seguir las reglas del mundo civilizado, no deben recibir bienes y servicios del mundo civilizado. Que la guerra les alimente», expresó el presidente ucraniano. Considera que los que son sus aliados, en referencia tanto a Europa como a Estados Unidos, pueden todavía dar una vuelta de tuerca contra Putin: «Tenemos que defendernos. Las empresas y los Estados deben ser morales y hay que luchar contra fuerzas inhumanas que quieren destruir la humanidad».
En este sentido, uno de los siguientes pasos puede ser precisamente esa prohibición por parte tanto de Bruselas como de Washington. De hecho, el Gobierno de Joe Biden tiene sobre la mesa una posible reducción de las sanciones a Venezuela que permitiría a este país, entre otras cosas, producir más petróleo y venderlo en el mercado internacional, con el objetivo indirecto de aislar más a Rusia. Una delegación de la Administración estadounidense visitó Caracas el fin de semana para tantear un acercamiento, después de años de pulso político constante con el Ejecutivo de Nicolás Maduro, según apuntaron medios como The New York Times o The Wall Street Journal. La Casa Blanca apuntó que no descarta «absolutamente nada» en lo que a más sanciones se refiere.
En la UE el debate que empieza a acelerarse es el energético, pues ya es urgente buscar alternativas ante la dependencia de Rusia y en ese escenario la Comisión Europea tiene previsto presentar este martes su propuesta para diversificar el suministro aunque la decisión final recae en los Estados miembros. El canciller alemán, Olaf Scholz, reconoció de hecho este problema. «El suministro de energía a Europa, para la generación de calor, para el transporte, para la electricidad y para la industria no se puede asegurar en este momento de ninguna otra manera«, sostuvo, siendo el suyo uno de los países más sujetos a Moscú en este sentido.
En cambio, otros mandatarios como el primer ministro neerlandés, Mark Rutte, y su homólogo británico, Boris Johnson, son más cautos. Consideran que la reducción de la dependencia de los hidrocarburos rusos debe hacerse «paso a paso», en lugar de con un veto inmediato a todas las importaciones. «No podemos simplemente dejar de utilizar el petróleo y el gas de la noche a la mañana, incluso el de Rusia», esgrimieron. Dada la situación, los líderes de los 27 tratarán el asunto en la cumbre que se celebrará en Versalles a finales de esta semana.