Como información introductoria, es necesario conocer que el litio es la base para la producción de baterías de celular, computadoras, autos eléctricos y sistemas de almacenamiento de energía.
Este mineral tuvo un máximo histórico de 17.000 dólares/tonelada en 2018, y hoy fruto de la caída de tanto de la oferta como la demanda en la economía mundial, el precio se encuentra alrededor de los 7.500 dólares/tonelada.
El 3 nov de 2019, EFE informaba que el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, derogó el decreto que autorizó una sociedad mixta entre la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) y la alemana ACI Systems (ACISA).
Esta empresa fue elegida socio estratégico por la estatal YLB en octubre de 2018.
Marco Pumari, líder del comité potosino indicaba al diario La Razón: “La empresa alemana se dedicaba a comercializar paneles y, lo peor, ni siquiera tiene plata, porque de manera conjunta, el Estado boliviano y la empresa van a buscar financiamiento”.
Por otra parte, en Sonora, Mining Technology informaba que México tiene el yacimiento de litio en roca más grande que se conoce en el mundo.
Asimismo el Gobierno Mexicano publicó que estaba en marcha un proyecto de explotación a cargo de la empresa canadiense Bacanora Lithium y una china Ganfeng Lithium. Medios de prensa y funcionarios gubernamentales denominaron al litio como “el petróleo del futuro”.
A los pocos meses un grupo de senadores de Morena que pertenecen al partido de Gobierno, tiene la propuesta de nacionalizar el litio como recurso estratégico, lo que implicaría una reforma constitucional y cambios en la Ley Minera vigente.
Este tipo de noticias, es decir el de contar de recursos naturales de tan alto valor, debería alegrar a todos, en especial a los nacionales de Bolivia y México; sin embargo la literatura económica denomina a este hecho, la “maldición de los recursos” o la “paradoja de la abundancia”. Otros economistas también lo denominan como “mal holandés” o “enfermedad holandesa”.
Este fenómeno consiste, en que los países beneficiados por estos recursos, tienden a tener un menor crecimiento económico y resultados de desarrollo peores que los países con menos recursos naturales.
Ambos países son muestra de ello, el petróleo en México y el gas natural en Bolivia, solo han servido para empobrecer sus economías y volverse dependiente de bonos y dineros, que han evitado diversificar sus economías, y evitar que el verdadero recurso importante -“el humano” – ¡no se haya preparado y sea dependiente de dádivas y vaivenes!