El Boliviano esta devaluado frente al dólar
Por Edwin Miranda V
Plantean flexibilizar el tipo de cambio con minidevaluaciones para resguardar la economía
Quién está convencido que la moneda boliviana es más fuerte con relación al dólar, está equivocado pues sucede que en los últimos doce años perdió valor hasta en un 40%, es decir, por cada diez bolivianos, hasta Bs4 está depreciado, y solo Bs6 constituye el valor real de la moneda. Si está es la realidad, en el país deberíamos estar pagando por cada dólar americano Bs12 y no Bs6.97 como sucede actualmente.
Está situación fue oficializada por el staff técnico del Fondo Monetario Internacional (Consulta del Artículo IV de 2017, página 36) cuando menciona que “el tipo de cambio estaría sobrevaluado entre 17% y 30%”, apuntó a su vez la Fundación Milenio.
La cifra mayor de la depreciación de la moneda nacional frente a la divisa norteamericana (40%) lo develó el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Wilfredo Rojo, el analista financiero, Gonzalo Chávez; y lo secundaron la Fundación Milenio y Jubileo, respectivamente, que a propósito de éste asunto de interés estratégico para la economía nacional, promovieron un coloquio para hablar con fuerza y fundamento sobre el tema.
En este sentido los analistas: Gonzalo Chávez, Juan Antonio Morales, Rolando Morales, Gabriel Loza, y Gonzalo Molina, propusieron, cada cual con argumentos y fundamentos distintos, la necesidad de flexibilizar el tipo de cambio y por lo tanto modificar la política cambiaria en el país en un documento que elaboraron y que la Fundación Jubileo puso a consideración de la opinión pública.
Según Milenio, no es que el tipo de cambio se mantuvo incólume, por el contrario, asegura que entre el 2006 y el 2011 se produjeron varias revaluaciones de la moneda nacional, dada la abundancia de divisas para evitar efectos inflacionarios.
Los criterios sin embargo para revaluar eran empero mucho menos claros que cuando se devaluaba. El bolsín, que fue un mecanismo de venta, y años después, cayó en desuso.
La bonanza exportadora de 2004 que se extendió hasta el primer semestre de 2014, proveía una oportunidad para ir a un tipo de cambio flexible, con todos sus atributos.
Existía además en el BCB la plataforma electrónica para la compra/venta de títulos valor, que fácilmente podía haber sido adaptada también para la compra/venta de dólares, señala la entidad privada de análisis financiero.
Sin embargo a pesar de estas condiciones, en noviembre 2011, las autoridades decidieron congelar el tipo de cambio, que no se ha movido desde entonces, a pesar de los cambios tanto en el contexto internacional como en el nacional.
Esta realidad cambio a mediados del 2014 cuando terminó el superciclo de altos precios para las materias primas, subrayó Milenio.
En respuesta a esta situación los países circunvecinos en Latinoamérica y socios comerciales de Bolivia, como el Brasil y la Argentina, optaron por depreciar sus monedas fuertemente entre 2014 y 2015.
A pesar de esos shocks negativos de gran severidad no hubo una respuesta de la política cambiaria del país.
Se apostó al mantenimiento del tipo de cambio fijo con las altas reservas internacionales constituidas durante la bonanza, señala la institución.
Desde el año 2016 los precios de las commodities comenzaron a recuperarse parcialmente y nuestros socios comerciales frenaron sus devaluaciones.
A pesar de una mayor holgura en los años 2016 y 2017, la balanza comercial se siguió deteriorando, no tanto por la caída en las exportaciones como por aumentos de las importaciones, indica el análisis financiero que hizo Milenio.
Inmóvil once años
Bolivia mantiene inalterable la política monetaria del tipo de cambio en 6,96 bolivianos para la venta y 6,86 bolivianos para la compra de cada dólar estadounidense invariable desde hace once años.
La última apreciación del boliviano se registró el 2 de noviembre de 2011, cuando la cotización respecto al dólar pasó de 6,97 a 6,96 bolivianos.
Antes, el mayor período que permaneció estático el tipo de cambio fue por dos años y un mes y medio, entre el 6 de octubre de 2008 y el 24 de noviembre de 2010, según datos del BCB.
¿Verdad o mentira? Una frase del presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Pablo Ramos Sánchez, acercó también una respuestas a esta inquietud con un horizonte inmediato, el de llamar implícitamente a una reflexión para comenzar a mirar con atención sobre el tipo de cambio fijo que hasta ahora mantiene el Estado desde el año 2011.
“El tipo de cambio real en Bolivia está ‘muy próximo a la tasa real de equilibrio’, anunció la autoridad financiera y luego añadió simultáneamente como señal de advertencia: que en los países de América Latina, donde devaluaron sus monedas frente al dólar, “se desencadenaron procesos inflacionarios”.
Casi con la misma posición, claro está mirando más la teoría que la práctica, el Ministro de Economía, Mario Guillén declaró que “nosotros hemos mantenido el tipo de cambio estable y en teoría lo vamos a seguir haciendo mientras no veamos la necesidad cambiarlo”.
Si la política es de tipo de cambio fijo, las políticas fiscal, monetaria y salarial tienen que ser consistentes con ella.
Si a cambio se decide promover políticas expansivas, como ha sido el caso en los dos últimos años, continuaremos perdiendo competitividad cambiaria, lo que penalizará a nuestros sectores productivos, tanto de exportaciones como de los que tienen que competir con las importaciones, muchas de ellas además de contrabando, apuntó Milenio.
Efectos
En el análisis financiero que plantó Jubileo y ratificó Milenio, la sobrevaluación cambiaria tiene claros efectos negativos sobre la producción nacional pero también crea riesgos financieros.
Para mantener el tipo de cambio fijo se necesitan reservas internacionales considerables y el público hace un seguimiento cercano de ellas. Así, caídas significativas de las reservas pueden desatar ataques especulativos; si se teme que se están acabando, nadie querrá quedarse sin dólares y correrá a comprarlos antes de que se terminen. Aún incluso antes de acabarse, el gobierno podría verse obligado a devaluar, lo que sería un escenario catastrófico, exponen argumentos ambas instituciones.
Pero ¿cómo se explica esta situación? Para Gary Rodríguez, gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), a la hora de analizar el tipo de cambio fijo, lo primero que debemos asimilar es que representa un “asunto sensible” ya que “el tipo de cambio en Bolivia no es realista, está anclado desde el año 2011”.
Para el directivo años después el país está viendo las consecuencias de este anclaje del dólar cuando alrededor existen países vecinos que están devaluando sus monedas para ganar competitividad para sus exportaciones, pero al mismo tiempo, para proteger sus propios mercados, principalmente, frente a la agresividad comercial de China.
“Un boliviano fuerte nos lleva la paradoja de tener un dólar barato, que alienta la importación y hace cuesta arriba la exportación. Entonces se produce un doble fenómeno de sentido contrario, las exportaciones caen, las importaciones suben y registramos un déficit en la balanza comercial”, refiere.
Más elocuente aún Rodríguez llega a la conclusión de que “Bolivia tiene una camisa de fuerza, yo diría una doble camisa de fuerza, una autoimpuesta y la otra heredada: la dela bolivianización”.
“Nuestro tipo de cambio está apreciado en tonro a un 40%, esto hace que la política fiscal sea menos efectiva, porque buena parte de este dinero se va afuera”, afirmó Chávez.
El analista considera que en el “tema cambiario, el peor error de la política del gobierno fue mantener un tipo de cambio fijo en los últimos siete años”
Para Chávez, estamos ahora inmersos en una “trampa porque el resto del mundo está devaluando, inclusive los vecinos, y nosotros no movemos el tipo de cambio y esto favorece a las importaciones”.
En la percepción de Morales, ex presidente del Banco Central de Bolivia, el gobierno debería haber implementado un rango mayor de flexibilidad al tipo de cambio “en el momento de auge, cuando estábamos nadando en divisas, donde ya no sabíamos qué hacer porque había tanto, pero este ya no es el momento”.
Para el también doctor en economía, “el tipo de cambio es un problema bien difícil, no subestimo. No quisiera ser quién deba tomar una decisión al respecto, porque hago lo que haga, la situaciones bien compleja, porque si devalúa eso puede desestabilizar muy fuerte la economía boliviana y crear problemas económicos y políticos mayúsculos”.
La percepción de sobrevaluación puede también producir nerviosismo en el público con relación al tipo de cambio.
Las reservas internacionales pueden mitigar ese nerviosismo más que los anuncios de las autoridades económicas, con credibilidad cada vez más erosionada, refrenda criterios a su vez la Fundación Milenio.
De cualquier forma hay necesidad de “estudiar el tema del tipo de cambio. En mi criterio, no se puede mantener un tipo de cambio fijo, como es la intensión del gobierno, durante mucho más”, expuso argumentos el economista Rolando Morales.
El especialista considera también que no sería nada conveniente “que el gobierno se lance a una devaluación. Quizá lo que más convendría sería reponer el bolsín, que es un sistema de remate de divisas, y ver, finalmente, cómo se va a definir el precio del dólar”.
Ganadores y perdedores
Según German Molina, otro analista financiero, un régimen de cambio fijo se vuelve insostenible, cuando las cifras observadas anteriormente están por debajo respecto a los indicadores referidos.
El informe de rendición de cuentas del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de 2017 de fecha 3 de octubre de 2017 registró que las reservas internacionales respecto al PIB fueron de 28 por ciento, que estarían por debajo del nivel óptimo, señaló el especialista.
De acuerdo con las apreciaciones de Molina, los afectados en Bolivia por mantener un régimen de tipo de cambio fijo resultan ser los exportadores, mientras que quienes se benefician con dicha política son los importadores.
“Los ganadores que son los importadores formales e informales que acceden a los dólares norteamericanos para comprar bienes y servicios principalmente de China y los perdedores son los exportadores que por la venta de sus productos al mercado mundial reciben Bs 6,96 por 1 $US, y sus costos internos se elevan periódicamente que disminuyen sus márgenes de ganancias y declinan sus expectativas de nuevos proyectos y creación de nuevos puestos de trabajo para profesionales jóvenes egresados de las universidades que repercute en el crecimiento económico del país”, apuntó.
Minidevaluaciones
El gobierno debería mirar con seriedad la necesidad de implementar ya, una “política cambiaria y bajo una modalidad flexible”, propuso a su vez el expresidente del BCB, Gabriel Loza.
Para hacerlo, debe mirar “no objetivos de corto plazo, porque no habría beneficios netos derivados de la devaluación, dado los costos asociados a la inflación y a la dolarización financiera, sino para retomar el uso del instrumento cambiario para hacer frente a un entorno muy adverso y prolongado”, ensayó argumentos.
Es más, Loza puso a consideración de las autoridades una fórmula de trabajo sintetizado en tres pilares: a) acordar en el programa económico financiero entre el BCB y el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, una meta de depreciación, b) dejar al Comité Monetario y Cambiario del BCB establecer una tabla anunciada y pública de minidepreciaciones del tipo de cambio para que los agentes económicos ajusten sus decisiones y expectativas, y c) subir la comisión de las transferencias financieras al exterior del sistema financiero, de manera de preservar el equilibrio entre el diferencial de la tasa de interés de los depósitos y la tasa de interés internacional, para desincentivar la salida de capitales.
El dólar ya no es moneda patrón en el mundo
En una visión distinta a las otras, el académico y analista financiero, Rafael Villarroel, señala que el dólar ya no es la moneda patrón en el mundo y por lo tanto no deberíamos incubar miedos a la hora de mirar la necesidad de realizar un ajuste al tipo de cambio, que en criterio del profesional, por ahora es innecesario.
“A partir del inicio de la década del año 2000, el mundo ha cambiado, lamentablemente, ya no hay una hegemonía brutal del dólar en el mundo pues resurgieron Europa, Asía, Rusia, cada cual con su propia moneda, mismas además que comenzaron a competir en el mercado financiero”, comentó.
Según Villarroel el grado de desarrollo de los polos económicos distintos al norteamericano llegó al punto que “decidieron implementar un sistema de compensación independiente del patrón dólar” por consiguiente “la divisa norteamericana deja de tener el valor fiduciario que mantuvo, por décadas”.
Otro tema de importancia que subrayó Villarroel fue la bolivianización de los depósitos financieros en el Estado. “El 96% están en moneda nacional y los bancos hoy tienen preferencia por la moneda nacional y no por el dólar”, dijo.
En el análisis que hizo el asesor financiero emitió una pregunta a quienes insisten en la necesidad de devaluar el boliviano frente al dólar.
“¿Qué exporta Bolivia?, solo gas. Pero nada más. Porque es importante reconocer que los empresarios viven del Estado, pero aún hay más. El sector privado o exporta oro y otros bienes, pero que se hallan subvencionados por el Estado”.
En consecuencia, si esta es la realidad, una eventual devaluación irá en beneficio del empresario privado para aumentar el precio a sus exportaciones en perjuicio de la población que tendría que aguantar una devaluación del boliviano frente a la divisa norteamericana y por lo tanto, pérdida del poder adquisitivo de la moneda, expuso argumentos Villarroel.
Es decir, un gobierno apostará a la depreciación de su moneda en la medida de subir estratégicamente el nivel de sus exportaciones lo que supone que es un Estado altamente industrializado. Pero en el país, no hay condiciones para hacerlo ni la necesidad exige hoy que asumamos una política en esa dirección, puntualizó el analista.
Finalmente Villarroel puso en duda la tesis de que el boliviano este depreciado en más del 40% frente a la divisa norteamericano.
“Si eso fuera verdad de que cada dólar vale hoy Bs12, sencillamente no habría divisas en el mercado. Por el contrario, cualquier persona natural o jurídica pueda adquirir en el mercado financiero los dólares que necesita. No hay escasez y mucho menos, falta de divisas. Lo que muestra que el patrón dólar no está apreciado como se mantiene la tesis en algunos círculos económicos del Estado”, señaló.